¡Madre mía!, llevo casi un año sin publicar nada. Lo siento muchisimo, pero entre operaciones (sí: llevo dos en un año), confinamientos, verano y rehabilitación, pues como que no me apetecia escribir ninguna receta. Y eso que he hecho muchas recetas nuevas, y siempre me digo: esta la tengo que publicar..., pero me entra una pereza brutal. Voy a intentar poner remedio a este hastío blogeril que se ha apoderado de mí.
Y qué mejor excusa que publicar la receta del postre que he hecho para celebrar el día del Padre. La receta la descubrí hace un montón de años, es del blog de Manzana y Canela. La receta la encontró la autora en un libro de Cocina Cántabra que le regaló su madre y, casualidades de la vida, yo también tengo ese libro heredado de mis padres.
La tarta la he hecho varias veces, aparte de que es súper fácil de hacer, gusta a todo el mundo. Es tan fácil que la podéis hacer junto con vuestros hijos, nietos o sobrinos. Tampoco hay que tener un supermega robot de cocina, con una batidora de brazo es más que suficiente. No me enrollo más y vamos con la receta: